Por: Ing. Juan Diego Rojas, clase 78
Siempre me interesó estudiar una carrera relacionada con ganadería, ese era mi objetivo desde el inicio de 1974, cuando cursaba el penúltimo año de la educación secundaria en Costa Rica. Había pensado hacer el examen de admisión para ingresar a la Universidad de Costa Rica, en octubre de 1975, ya que me estaría graduando de secundaria para noviembre de 1975.
Un día de Julio de 1975, unos compañeros del colegio me contaron que asistirían a la Facultad de Agronomía de la Universidad de Costa Rica para presentar el examen de admisión para El ZAMORANO. Sin saber nada de lo que era El ZAMORANO, les dije que iría con ellos, recuerdo que fuimos 5 o 6 compañeros de la misma clase del colegio a presentar los exámenes que realizaba Don Julio Pineda. Nos dijeron que el día anterior habían realizado los exámenes en Liberia Guanacaste y que ese día serían en San José y que conforme iban avanzando los exámenes, irían seleccionando a quienes continuaban con el siguiente examen y así sucesivamente. Recuerdo que el canon para poder hacer el examen era de $2 dólares americanos. Al final del día no recuerdo cuantos fuimos preseleccionados, lo que si recuerdo es que de los 5 o 6 compañeros 4 fuimos admitidos y 3 fuimos a El ZAMORANO y el otro se inclinó por estudiar Medicina.
Después de haber ganado el examen me entere que un vecino y a la vez padre de una compañera del colegio era graduado de El Zamorano no recuerdo la clase, pero era de antes de la 60 y se llamaba Semilla (Marco Tulio Castro) casi de inmediato conocí a otro graduado de la 66 y otro de la 68 y nos llegamos a convertir en muy buenos amigos. Conforme fui conociendo más de la Escuela Agrícola Panamericana aun sin haber recibido la carta de admisión, me fui entusiasmando cada día más con la idea de poder llegar a estudiar en tan destacada institución.
Un día de octubre de 1975, un conocido del colegio, dos años mayor que yo, quien había realizado el examen el mismo día conmigo, que había sido preseleccionado, me vio esperando el bus de San José a Alajuela y me trajo en su carro, ese día me pregunto si había recibido alguna noticia de El ZAMORANO y le dije que no, él tampoco había recibido nada. Me baje de su vehículo a un par de cuadras de mi casa, cuando ingrese, mi mama me dijo que mi papá me había traído un sobre del correo, era un sobre con el logo de la Escuela Agrícola Panamericana, donde me comunicaba que había sido aceptado para ingresar el primer lunes de enero de 1976. Ese día lo celebramos en casa de mis padres, con ellos, mis 9 hermanos, yo soy el cuarto, no necesitábamos más gente para celebrar, éramos suficientes.
A partir de ahí me interesé más en conocer de la EAP y me di cuenta de unos tres conocidos que estaban estudiando allá, dos de la clase 76, Guillette y Faco y uno de la 77 Jupa de Tambo. Salimos ese 2 de enero 1975 para Tegucigalpa, Honduras, en vuelo de SAHSA, llenos de alegría e incertidumbre, llegamos a los terrenos de la Escuela Agrícola Panamericana esa misma noche, con el deseo de Aprender Haciendo y llegar a graduarnos en diciembre de 1978. Siempre agradeceré a Semilla, Fernando Charpentier, Bernardo Cordoba, Guillette, Faco, Jupa de tambo, Agua dulce, Alambrina, Gurrumina, la Picha, mi padrino Victoria, El Loco y otros más de la colonia de los arrastrados por el apoyo para llegar a graduarme y ser orgullosamente Zamorano.
ZAMORANO: un modo de pensar y un modo de vida
Profesionalmente siempre he creído que recibí una de las mejores educaciones que pude haber recibido, sobre todo en cuanto a disciplina, a enfrentar problemas tanto técnicos como emocionales. Siempre he creído que ser ZAMORANO no es solo la parte académica sino más bien un modo de pensar y un modo de vida que difícilmente se puede aprender en otra Universidad. La experiencia zamorana siempre ha regido mi personalidad profesional y cotidiana, es por ello por lo que fácilmente me he adaptado a vivir en diferentes zonas de un mismo país, así como en diferentes países.
Tras graduarme me dedique a trabajar en la transnacional, British American Tobacco, durante 20 años, iniciando en Costa Rica, luego viviendo en Honduras de nuevo y después en Guatemala, teniendo a cargo la parte agronómica para toda Centroamérica y Panamá. Luego fui trasladado a Venezuela y se me nombró en un puesto para toda Latinoamérica, desde México hasta Chile. Después de un par de años tomé la decisión de regresar a Costa Rica con toda la familia, con los ahorros que a la fecha tenía, compré un terreno pequeño como a una hora y treinta minutos de mi casa. Decidimos con mi esposa iniciar un proyecto de cerdos, compramos 50 cerdas de cría, rápidamente nos dimos cuenta de que con el negocio de los cerdos en Costa Rica el que más gana es el intermediario. Decidimos comercializar nuestros cerdos hasta llegar a las carnicerías, en un principio vendíamos unos 20 cerdos por semana, actualmente vendemos alrededor de 600 a 700 cerdos por semana, además de algunos embutidos y carnes ahumadas, elaborados por nosotros. También hemos crecido en la estabulación de ganado bovino.
Aunque los desafíos han sido muchos, iniciando por el abastecimiento de materias primas para elaborar los concentrados de acuerdo con la edad de los cerdos, nos fuimos asociando con personas que ya estaban en esta actividad hasta lograr que en los barcos graneleros se nos incluyera nuestra cuota. El mercado costarricense estaba dominado por tres grandes empresas las cuales compraban el 99% de la producción porcícola de Costa Rica y ellas mismas distribuían a comerciantes y carniceros en todo el país, pagando a los productores lo que a ellos se les antojara, conforme fuimos creciendo en la producción nos fuimos introduciendo en la venta directa a carniceros, brincándonos una parte de los eslabones de la cadena.
Llegamos a ser la tercera empresa porcina en tamaño de Costa Rica y la segunda que no vende toda su producción a solo un peldaño del consumidor final, eso nos ha ayudado mucho en la parte económica. Esos mismos grandes siguen atravesándonos el caballo como decimos en Costa Rica, para frenar nuestro crecimiento, que a la fecha también compramos animales a otros productores para la comercialización.
Estamos ubicados en una zona donde había poca demanda de mano obra hasta que llegó la siembra de piña y absorbió mucho de la mano de obra. Nuestra empresa ha sido considerada una de las de mayor aporte a la comunidad donde se ubica, a pesar de ser una empresa que genera altas cantidades de desechos, por los manejos y métodos diferenciados aplicados, se nos ha otorgado por parte del Ministerio de Agricultura y Ganadería, la Bandera Azul Ecológica.
Nuestra empresa produce y vende carne porcina y bobina, carnes ahumadas y embutidos, producimos cerca de 35,000 cerdos al mercado anualmente y además bovinos gordos, actividad que está en crecimiento, en este momento no estamos exportando, todo es para consumo local, pero mantenemos contactos con empresarios en varios países, con el fin de poder exportar en un futuro. En el ZAMORANO aprendimos haciendo, eso me ha ayudado mucho en el desarrollo de la empresa, aprendimos a emprender, a analizar, a equivocarnos, a volver de nuevo, a involúcranos, a tomar decisiones, eso es lo importante, siempre ir hacia adelante esa es la mayor fortaleza que aprendimos en el ZAMORANO. Es un orgullo como persona y como profesional, no solo para mí, sino también para mi familia y para todos nuestros colaboradores, destacar entre los productores de cerdo más importante de Costa Rica.